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Channel: Trimadre a los treinta
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Be OIL, my friend

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AVISO A NAVEGANTES: post spam. Intrusismo profesional. Suenan todas las alarmas. Escrito desde el iletrado cariño que os profeso.


Lo que hoy os quiero contar, ha empezado por aquí:

Y es que es así. Ante los mismos acontecimientos, EXACTOS digo, ¿eh?, cada persona SIENTE diferente y REACCIONA de una forma distinta. Efectivamente, son dos fases distintas. Sentir el dolor tiene que ver con cómo lo vivimos, con padecerlo. Reaccionar frente a él, se refiere a cómo cada persona lo digiere.

Pues bien, teniendo en cuenta estas dos fases del dolor y, conviniendo que hay tantos factores como personas en el mundo, nos encontramos con que las combinaciones son infinitas. Es decir, lo que entierra en vida o conduce al suicidio a unas personas, puede ser sólo un bache en la vida de otra persona que pudo esquivar sin dejar huella. ¿Cómo es esto posible? ¿Dónde está el puñetero secreto?

Pues para mí está claro, hay personas que saben DIGERIR el dolor, que se sobreponen mejor a los avatares de la vida. Y esto es importantísimo, porque desgraciadamente, en esta vida podemos elegir pasar de puntillas por muchos sentimientos ... Pero sin dolor, señoras mías, es casi imposible.

  Y después de esta genialidad, como estaba inspirada, todavía he seguido dándole vueltas.

¿Por qué sufrimos? ¿Es lo mismo que el sufrimiento que el dolor?

Pues la verdad es que yo no tengo ni idea, pero Buda dijo "el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional"... Y si lo dijo Buda, no seré yo quien le lleve la contraria a tan TAMAÑA y relevante personalidad.

A vuelta con mis "padentros" como dice mi amiga Mamá Nenúfar, he intentado ordenar mis ideas sobre las que podrían las CLAVES para ser una persona RESILIENTE, es decir, una persona con la capacidad suficiente para encarar las adversidades de la vida desde una posición aventajada y estratégica, sobreponerse a ellas e incluso salir fortalecida. 

Y este es el resultado de mi introspección:

  • 1) Sé tú mismo en todo momento. Si actúas en conciencia, las cosas que te ocurran serán consecuencia de tus sentimientos y de tus actos, no de los pensamientos que otra persona induce en ti. Los errores duelen, pero si sufres las consecuencias de los errores ajenos, el dolor es doble: por ellas y por tu tontura
  • 2) Sé OPTIMISTA. Amanece con una sonrisa en la cara, potencia los aspectos positivos de tu imagen, mírate al espejo con benevolencia, pisa con garra a lo largo del día, llena con tu personalidad la vida de las personas que te rodean, pon una dosis de humor en todo lo que hagas... No te dejas llevar, no seas anodina, ¡deja el gris para las paredes!. Si irradias luz, las personas optimistas y alegres se acercarán a ti, y tendrás más motivos para estar alegre sólo con su compañía.  
  • Sé reflexiva. Ante las malas noticias y los hechos desagradables de los demás, actúa con mesura. RELATIVIZA. Prioriza. Asume que hay gente con la que no empastarás nunca, que hay personas que sienten, se expresaN y vibran en ondas diferentes a las tuyas. Aléjate y déjales marchar sin revolcarte en el fango. No te ataques. Nunca tomes una decisión cuando tu corazón está bombeando a mil por hora. La sangre está ahí, y no en el cerebro, por lo que las posibilidades de equivocarse son altas.
  • Cuando algo malo te ocurre, automáticamente forma parte de pasado. Pon las cosas siempre en PERSPECTIVA. No magnifiques las adversidades. Y cuando algo no tiene solución, acéptalo. Pero acéptalo de verdad... Desde fuera. Porque si lo asumes resignándote, te colocas en el centro del problema y asumes el papel de víctima. Las desgracias ocurren y hay que salir de ellas, sobreponerse.
  • El amor y el dolor forman parte de la vida. No podemos hacer nada para evitarlo. Di sí al enamoramiento. Regodéate en el AMOR. Ronronea todo lo que quieras. Pero olvídate del sufrimiento. Deja de colocar INSISTENTEMENTE ese hecho doloroso en tu vida rememorando el pasado o imaginando, a partir de él, fatalidades en el futuro. Ante el dolor, acepta... acepta... y lee otra vez todos los puntos anteriores para "sacarlo" cuanto antes de ti.
(Qué fácil es hablar, ¿verdad? La primera que tiene muchos deberes por delante es la que ahora teclea con cara de intelectual, o sea, yo mimma).

Pues eso. El sufrimiento está en tu cabeza. No existe. Así que tú eliges como quieres vivir el dolor.

Por eso... Por todo lo que os cuento... Ése era mi mensaje de hoy en Twitter.

 BE OIL, MY FRIEND. 




SÉ ACEITE, Y QUE TE RESBALE toda la mierda todo el SUFRIMIENTO
 
PD: Que me perdonen los psicólogos por el intrusismo de hoy, PERO TENÍA QUE COMPARTIRLO.



De cuando yo tenía seis años y el #Momentomusicalrelax

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Hoy es día 21 de mes, y por lo tanto, sigo adelante en mi afán de completar la banda sonora de mi vida, de la mano de la genial iniciativa creada por Isabel, de La Isla de la Música.

Puedes leer las anteriones ediciones en la pestaña del blog que se llama "Mi banda sonora".


No tengo apenas recuerdos hasta los seis años. Tengo dos hipótesis. Puede que mi hipocampo, simplemente, se desarrollara de forma más tardía. O puede que mi prolongada “amnesia infantil” sea consecuencia de la convulsa etapa que debió vivirse en mi casa tras la muerte de mi padre, como ya conté en Pachín.

En el año 1988 llegó el primer traslado familiar de mi vida. A aquel habrían de seguirle muchos otros, pero ése lo viví con especial intensidad.

A la tierna edad de seis años, me vi inmersa en un pueblo ajeno, rodeada de desconocidos que hablaban otra lengua distinta a la mía y en un colegio nuevo. Sin embargo, recuerdo aquella etapa con un aura dorada. No sé si por defensa psicológica o porque realmente todo el proceso fue coser y cantar.

El motivo de nuestro voluntario exilio (bueno, voluntario para mi madre… porque a mi hermana y a mí no creo que nos preguntara… ) está conectado con la muerte de mi padre, ya que mi madre necesitaba cerrar una etapa de su vida y respirar aires frescos. Entiendo sus razones. Aunque quizá no calibró las consecuencias que podía tener para mi hermana, en plena adolescencia y con el carácter introvertido del que hace gala. En cualquier caso, y volviendo a poner el eje en mis sensaciones, lo que recuerdo de aquella etapa de mi vida es mucho aprendizaje, (en)ricrecimiento e ilusión. 

Cambio de aires. El norte por el este, los inviernes grises por la luminosidad, el paraguas por las camisetas. El cantábrico por el mediterráneo.

Por aquel entonces, mi madre conoció nuevas amistades con las que liberó parte de la tensión acumulada durante la enfermedad de mi padre, y con quienes mitigó en parte su dolor. Y con los aires nuevos, llegaron gustos musicales nuevos.

Atrás quedaron “Mocedades”, Maria Dolores Pradera, Rocío Jurado y VM & AB (Mírala, mírala, mírala, mírala.. la puerta de Alcalaaa…). Mi madre se modernizó a pasos agigantados y empezó a escuchar música de lo más variada, y la mujer se vino arriba con la melómana de mi hermana. Disfrutaban AMBAS de sintonizar los cuarenta principales.

De repente, mi madre se enamoró de una cantante, BonnieRaitt… . Su último disco “Nick of time” sonó durante semanas y semanas a todas horas en mi casa. Fue la primera vez que oí hablar de estilos musicales, y que conocí que el de aquella mujer era “country”.

Un día cogimos unos sombreros de paja que teníamos por casa, y mi hermana y yo nos pusimos a cantar y bailar aquella canción, mientras mi madre se reía a carcajadas. Recuerdo que me sentí plena,  y ahora imagino que aquel estado se debía a que nada me hacía más feliz que ver a mi madre contenta, serena y relajada, después haber pasado todo lo que soy incapaz de recordar.

(Dale al play ahora y espera a que empiece para seguir leyendo)




Ha llovido mucho desde entonces. Pero esa canción sigue siendo mi “refugio”. Sólo con escuchar las primeras notas, siento que algo dentro de mi cerebro se anestesia, que el ritmo de mi corazón se ralentiza y que mi alma se eleva. Las nubes grises desaparecen  y sale un sol radiante como radiante estaba mi madre aquel día.

Mi madre es desde entonces para mí todo un ejemplo de superación, de sobreponerse a las circunstancias, de amor y entrega por sus hijos, de generosidad infinita, y también de resiliencia.

Ojalá la canción os transmita sólo un poquito de la paz que me da a mí. Merece la pena escucharla por completo. Ahora sé que está dedicada a una mujer que quiere ser madre y las circunstancias no son las adecuadas, y tiene miedo a que el tiempo acabe por marchitar su oportunidad. :-((
A pesar de eso, a mí me transmite positividad y relajación.

Nos seguimos leyendo.

Un día en la vida de mi bebé versus “Las evidencias científicas” by Minibellotas

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Nota aclaratoria: en esta entrada, la madre (o sea, la menda) va a tratar de contar un día corriente en la vida de su tercer y último (no me líes Superwoman) vástago.Para mis anotaciones utilizaré el azul clásico.
A continuación, mi Minibellotas efectuará una serie de consideraciones sobre mis palabras, que se pueden resumir en las siguientes seis EVIDENCIAS CIENTÍFICAS:

Empezamos:


1er. ACTO

La trimadre dice: Con trece meses, tenemos unos dos o tres despertares nocturnos. Mi hijo mola mil.

Minibellotas (MB): Cuando eres madre, te crece un muelle en el trasero. Eso es así: una evidencia científica. A esta conclusión he llegado tras observar en la penumbra la reacción de mi madre ante mis sollozos nocturnos. Abro la boca y al instante ya estoy en sus brazos, me traslada a su cama, se desenfunda un pecho al ritmo de Shhhhhh… shhhh…, y cuando quiero abrir la boca de nuevo ya la tengo totalmente llena, y por lo tanto, ocupada. Chitón se ha dicho. Y a comer que la ocasión la pintan calva.


2º ACTO

Trimadre: Como este niño ya recena y desayuna con sus despertares, le despierto con el tiempo justo para vestirle y le llevo a la guardería. Pasado los primeros días semanas de adaptación, a día de hoy puedo decir que va contento y que incluso me despide con una sonrisa de oreja a oreja. No pensaba que sería tan fácil. Estoy muy satisfecha.

MB: Da igual que te despiertes llorando o riendo, de buen humor o con el pie torcido. Es exactamente indiferente que te dediques a hacer gorgoritos y a poner ojos plañideros. Esto me lleva a la siguiente evidencia: todas las madres son autómatas y te llevan a la guardería te pongas como te pongas. Me han contado que un niño se puso muy enfermito y una mañana se quedó en su casa. Pero al contrario que lo del muelle, esto no está demostrado. Puede ser sólo una historia de ésas que los niños se inventan para dar envidia a otros niños. Así que como es un mal inevitable yo ya me he rendido a la evidencia, y entro contento a la guardería. Incluso agito el brazo para despedir a mi madre y que no se vaya con el corazón en un puño. Me tengo ganadito el cielo.


 3er. ACTO

Trimadre: A la una, mi madre le recoge de la guardería, le da de comer y le echa a dormir. La siesta de lunes a viernes es el único sueño que mi hijo es capaz de hacer sin estar prendido de mi pecho. Sin duda, mi madre tiene mano para los niños.

MB: Tercera evidencia científica. Las abuelas, cuando dan de comer a sus nietos, son presas de un extraño fenómeno: su bíceps empieza a funcionar con la primera cucharada y se les desconecta del cerebro, de modo que no pueden parar. No se ven hartas. Las semi arcadas al tragar  y los papetes del querubín en tonalidad bermellón son totalmente ignorados. Ni siquiera los manotazos surten efecto. Porque entonces pueden ocurrir dos cosas: o bien que la abuela neutralice tus brazos con la mano que le sobra o bien, que al día siguiente coja una cucharada sopera para emburriarte todo el puré antes de que a tu cerebro le llegue la sensación de saciedad. Por lo tanto es inútil resistirse. 


Una abuela como debe ser jamás cejará en su empeño hasta que vea el bol tamaño ensaladera totalmente vacío de verdura. Evidentemente, la consecuencia de todo esto es que toda la sangre de mi cuerpo se concentra en el estómago para digerir la comidita, así que el cerebro se queda sin fuerzas y caigo entre los brazos de Morfeo en cuanto me posan en la cuna. No puedo esperar a la teta de nadie. Caput.


4º ACTO
 
Trimadre: De la merienda se hace cargo su papi, porque yo todavía estoy en la oficina o recogiendo a los mayores del colegio. Estoy tranquila porque sé que está en las mejores manos. Generalmente, le lleva después al parque y es allí donde nos reunimos toda la familia.


MB: Cuarto evidencia. Mi padre es un crack. Esto también es así. Porque no es que no tenga el muelle en el trasero. Es que tampoco lo tiene en el cerebro. Atención porque esto es importante. Si me despierto entre las 15,35 y las 16,00 ya me puedo dar por j….. Porque es la hora de la siesta profunda de mi padre. Con lo que puede ocurrir que mis sollozos sean inconscientemente ignorados. Y así hasta que subo decibelios y los convierto en desgarrador llanto. Entonces, y sólo entonces, reacciona, al grito de:Pero bueno, como te poneeeeeeees, becerro”. ¡Tomaaaa moreno! Yo de mayor quiero ser como él.


5º ACTO
 
Trimadre: Las tardes las pasamos generalmente en el parque o en la habitación de juegos en casa. En el parque, se queda tranquilísimo en su sillita de paseo. ¡Le encanta ver jugar a los demás niños! Se queda tan tranquilo, que a veces me agobio pensando que le estimulamos demasiado poco, así que le saco de la silla y le columpio en la cestita para bebés. Se ríe pero en seguida se cansa. Si le llevo a la zona de peques, se queda “parado” observando las destrezas de los otros niños, y como nos da miedo que le pisen o le empujen, enseguida le devolvemos a la sillita.

Si pasamos la tarde en casa, la situación cambia por completo. Allí es el Rey de la Jungla. No le queda ningún rincón por explorar. Abre cajones, se sube al sofá y a las camas, arrastra las sillas, vacía las cajas de juguetes para delirio de sus hermanos, desmonta lo montado y arma lo desarmado. Cuando lo pienso detenidamente, me culpo porque no le prestamos apenas atención en exclusiva a la hora de jugar. Los deberes de LaMayor, las manualidades del mediano, los puzzles de ambos, el cansancio del día a día, y las labores propias del hogar nos separan de la sana costumbre de tirarse a la alfombra con el bebé, de ayudarle a explorar el mundo. Pero lo cierto es que la realidad es la que es… No llegamos a todo y él parece “resolvérselas” bien solo. Le encanta jugar con sus hermanos (más con S., todo hay que decirlo, que resulta más delicada en sus formas), meterse en el túnel de tela y gatear agachando la cabeza para favorecer la aerodinámica. ¡Qué listo es mi niño!

MB: Quinta evidencia. La posición que ocupas en la familia moldea tu carácter.Y ser el tercer hijo te convierte en un superviviente. Algún día creceré y pondré los puntos sobre las íes. Y no digo más porque adoro a mis hermanos.


6º ACTO

Trimadre: Después de los juegos, llega la hora de la cena. Mientras los demás comemos, él “rumia” de nuestros alimentos: filetes, hamburguesa, trocitos de pescado, tortilla… Lo que pertoque. Mientras uno de los dos recoge los platos de la cena, el otro le da la papilla que devora con fruición. Después, llega el momento de acostar a sus hermanos, tras el cepillado y los cuentos. Y en esa rutina también nos acompaña la mayor parte de las veces el pequeño, que a partir de las 9 p.m parece resugir como el Ave Fénix, y la verdad, me encanta que esté presente en esos momentos tan genuinamente familiares.

MB: Sexta evidencia. Los papás (machos) son mucho más molones. He comprobado muchísimas veces como mi papi, a falta del muelle para reaccionar ante mis gemidos, tiene un muelle muy interesante: el de la risa. Y digo más. Tiene la llave maestra para abrir el muelle de la risa que todos tenemos escondido. Y uno de los momentos en que más me divierto con él es el ratito previo a dormirme. Mis papis me suben a su cama, y mi madre me pone al pecho. Pero como acabo de tomar la papilla (¿en qué estará pensando esta mujer?), no tenga nada de hambre. Así que antes de dormir, me echo una de risas y cosquillas con ellos. Y papá es el más divertido de lejos. Es que veo que su mano se acerca a mí y me parto la caja “por si acaso”. Porque sé que voy a tronchar de risa. 




EPÍLOGO MATERNO
 
Trimadre: Al final del día, le metemos en la cama entre los dos, y le doy el pecho hasta que se duerme, lo que suele implicar entre veinte minutos y una hora de risas, suspiros de cansancio y “tetadas” a discreción. Cuando está bien dormido, le dejo con muchísima delicadeza en su cuna hasta el primer despertar. Esas horitas son las que descanso de verdad. Porque como decía al principio, mi hijo sigue teniendo varios despertares… y desde el primero, ya le dejo que duerma entre nosotros, aunque no para quieto y asesta guantazos a doquier. 
Así que el colecho me deja seguir durmiendo, pero no con la misma tranquilidad de cuerpo y mente que en la fase previa.




A modo de repaso, os dejo el resumen de MiniBellotas otra vez... Para que no se os olvide...

 

La maternidad de la A a la Z - 16ª entrega -: T de Tejiendo (redes)

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En mi doble papel de moderadora y participante en esta iniciativa, vuelvo a aprovechar mi post para deciros dos cosas nuevas:

- Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. No le faltaba razón a Machado. Según vamos avanzando de la mano en La Maternidad de la A a la Z van surgiendo dudas y cuestiones que tenemos que resolver para que el conjunto sea más o menos homogéneo. Una de ésas cosas es qué hacer con las letras del abecedario “imposibles”. Hasta ahora, tirando de ingenio e imaginación, muchos de vosotros habéis completado con posts geniales las letras K, Ñ, Q, W, X, Y y Z. Pero las ideas se agotan a pasos agigantados… Y como esto no se trata de cumplir el expediente ni ganar un concurso a la “puridad” alfabética, sino de hablar de la maternidad y compartir sentimientos y situaciones relacionados con ella, ante esas letras tan difíciles, vamos a admitir que se recurra a palabras que simplemente las contengan. De esa forma, se admitiría por ejemplo “soñar” para completar la Ñ, y así con el resto de letras “difíciles”. Por supuesto, esto sería como último recurso, porque lo realmente deseable y meritorio es utilizar palabras que “empiecen por”.

- La otra cosa que os quiero comentar es que a partir del siguiente jueves, el Inlinkz se abrirá a las 10:00 a.m. y se cerrará ese mismo día a las 23:59. Para mí, no tiene sentido abrirlo a las doce de la noche, y que nos enlacemos sin tener tiempo para leernos hasta el día siguiente. Me parece más coherente que las dos cosas se hagan a la vez. Mejor guiarnos por los biorritmos de la gente normal que por los días naturales.

Dicho lo cual, paso a mi letra de hoy… ¡Espero que os guste!

trimadre a los treinta



Ya he explicado en este blog que padezco de aracnofobia, pero poco a poco, me voy curando. De hecho, son bichos que racionalmente valoro, por su labor controlando las plagas. Y diréis… ¿y?
Voy, voy.



Hace tiempo leí una fábula que se me quedó clavada en la memoria: es la de la araña, quien gusta de los árboles frondosos y con muchas ramas porque en ellos tiene más puntos para sostenerse, para hacer de su tela una morada firme y estable.

Para mí esto es una gran metáfora de la maternidad. La responsabilidad de ser madres protectoras de una o varias vidas humanas es enorme, y necesitamos de muchos sostenes (inciso: querida abuela, si me lees, no me refiero a los sujetadores).

Desde el mismo momento en que sentimos la llamada de la maternidad o en el que nos sabemos embarazadas, empezamos a tejer.Nos pasamos el embarazo “tejiendo” redes de sueños y fantasías. Nos imaginamos al bebé que va a venir y sentimos desde el principio que nuestro vientre debe ser su bastión, su primera morada fortificada. Nos acariciamos la tripa instintivamente como símbolo de la red protectora que estamos tejiendo para él. Repasamos nuestra vida, las personas que forman parte de ella. Imaginamos cómo será nuestra pareja como padre, cómo serán nuestros padres como abuelos. Y desde luego, tejemos el modelo de madre que queremos llegar a ser. Da igual que sea el primer embarazo que el tercero. Siempre fantaseamos con las cosas que ocurrirán, los errores que no repetiremos, las heridas que cicatrizarán o, incluso, nos acorazamos para soportar el dolor de las que se reabrirán.

Poco a poco nos preparamos para los cambios que vendrán, y como le ocurre a Aracne en “La metamorfosis” de Ovidio, nos vamos convirtiendo en una araña que teje sin descanso redes de seguridad para nuestro hijo.


Como su tela para cada araña, nuestra casa ha de convertirse en un hogar. El lugar en el que nuestros hijos se alimentarán, crecerán a todos los niveles, y descansarán. Acomodamos las estancias de la casa, decoramos su habitación, llenamos los armarios de ropa de primera puesta y pañales, y todo ello es sólo la imagen exterior de un proceso engendrado en el interior de nuestro corazón, en el que vamos tejiendo un lugar privilegiado para su nuevo dueño.

Pero cuando el bebé nace empezamos a ser conscientes de que, en nuestra sociedad, un hogar es insuficiente para asegurar la protección y el bienestar de un niño. Nos damos cuenta de nuestra propia vulnerabilidad, de nuestras limitaciones. Solas no podemos. Ni tampoco con la exclusiva ayuda de nuestras parejas.

Durante los primeros meses puede resultar duro la absoluta dependencia del bebé hacia su madre, pero los verdaderos retos de la maternidad vienen más adelante: con las primeras enfermedades, con los cambios alimentarios, con la incorporación de la madre al trabajo… Esos obstáculos que hay que sortear son los que hacen que la madre comprenda que su hogar y su núcleo familiar no son suficientes para sacar adelante a su hijo. Que dependemos, nos guste o no, de un gran conglomerado de personas. Y seguimos tejiendo redes, de forma incansable. El centro de salud, los pediatras, las otras madres que conocemos. Necesitamos escuchar los ecos de las voces de la experiencia, necesitamos mantener vivas esas redes que nos conectan a otras personas a las que acudir en caso de dolencias, soledad, dudas, miedos.

Y luego llega la escolarización obligatoria de nuestros hijos, y con ella también retos para todas las partes como los problemas de adaptación, de aprendizaje, el (ciber)bullying, la pubertad horrormonal (palabro de Nieves), el fracaso escolar, las (malas) compañías, …  y para los que nuevamente necesitamos aumentar la colonia, constituir nuestro ohana o hacer tribu (real o virtual), aunque sólo sea una vía terapeútica de desahogo y de desdramatización de lo maternal. Necesitamos de los demás para llevar a cabo esta tarea. Solas no podemos.

La crianza no puede nunca ser un tango entre madre e hijo. La díada ha de estar preparada necesariamente para abrirse al exterior, para bailar la vida como si de una coreografía en grupo se tratara.

Inma Serrano. La Madre Araña
Así, sin darnos cuenta nos convertimos en la Madre Araña.Una mujer que como en Spiderman, está capacitada para usar sus superpoderes en cualquier lugar, para seguir luchando por sus hijos sin desfallecer, sin esperar pago alguno… Buscando respuestas debajo de las piedras, métodos, tips, consejos…Anhelando desesperadamente ser la mejor madre posible por el mero instinto de protección del que somos depositarias y haciendo uso de nuestras aptitudes sociales para absorber de las experiencias ajenas.

Sin embargo, hemos de ser cautelosas para no convertir nuestro natural sentimiento en sobreprotección y, más allá de él, en locura.

Porque la red que tejemos para nuestros hijos, debe protegerlos, pero nunca atraparlos como a una mosca, aniquilando su personalidad y su esencia.(Aquí me viene a la mente el terrible caso REAL deHildegart que si no conocéis, os invito de verdad a leer. Una auténtica araña devoradora de su hija)

En nuestra libertad elegimos ser madres, y respetando la libertad individual de nuestros hijos, debemos ejercer como tales.

Por ello, hay que dejar viva a la mujer debajo de la madre araña. Porque la metamorfosis de Aracne debe ser reversible. Tenemos necesariamente que dejar abierta la puerta para que regrese la mujer que fuimos antes de ser madres. Poco a poco, a medida que nuestros hijos van alcanzando pequeños cotas de independencia, tendremos que ir descosiendo la red protectora* que les ha cobijado para que ellos alcen el vuelo. Sin rémoras del pasado. Sin culpas. Sin deudas con nosotras. Sintiéndose libres. 
SIENDO ELLOS MISMOS.



*Hablando de descoser redes, no me resisto a recomendaros la lectura del post de Bego, de Much more than I am sobre la maternidad adoptiva titulado "D de desenredando el hilo rojo" y que forma parte de La maternidad de la A a la Z.


Fin de semana rural, en el Sábado de Sensaciones

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Hoy me uno nuevamente a la iniciativa de Bea, mamá de dos, para compartir con vosotros mi fin de semana (pasado) en una casa rural de Navarra y llorar amargamente por haber rozado la felicidad a full time con los dedos, una vez de vuelta a la  jodida realidad  normalidad.

 


Y como no es lo mismo contarlo que vivirlo (quién me ha dicho esto hace poco?) no me voy a extender en explicaciones. Lo resumo diciendo que he conocido la cocina de mis sueños, el entorno de mis sueños y que disfruté de unos paseos en familiamigos sanadores.

Pido perdón a la jefa porque he intentado dejar en tres las fotos seleccionadas y me ha sido literalmente imposible. Como ella manda, que me diga cuál son sus preferidas, y edito la entrada después.







"Instantes" Preparando el cumpleaños rural

Naturaleza "Grutas del pasado"
  


"Naturaleza" Porche y jardín con vistas


"Naturaleza"Vistas desde la habitación



"Instantes" Reconozco las marcas



"Instantes" Yo soy el líder



"Instantes" Centro de flores rural. Te quiero mamá



"Instantes" Pequeños exploradores




De la generación Ni-Ni a la Generación Exilio

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El 26 de febrero, Juventud Sin Futuro lanzaba a las redes la web www.nonosvamosnosechan.net, un portal pensado para visibilizar las historias de jóvenes que han tenido que migrar por razones económicas o piensan hacerlo. El primer día consiguieron situar el hashtag #NosEstánEchando como trending topic mundial.

El 7 de abril de 2013 la misma plataforma (JSF), comenzó una  campaña internacional bajo el lema “NoNosVamosNosEchan”. Recordemos que JSF es uno de los colectivos convocantes del movimiento 15-M y que desde entonces está trabajando para hacer visible la situación de precariedad de la juventud en el ámbito laboral, educativo y social. Con el lema“NoNosVamosNosEchan”, se busca denunciar que “la falta de oportunidades en España está forzando a miles de jóvenes (y no tan jóvenes) a emigrar al extranjero”. Atención porque el paro juvenil en España oscila en torno al 55%. Se dice pronto.

Además de en nuestro país, la juventud española ha salido a denunciar esta lamentable situación por todo el mundo allá donde se encuentran. Basten estos ejemplos tomados de lo ocurrido en Berlín y en Buenos Aires.  Los lemas de esas movilizaciones han sido: "La marca España es una patraña","Por tu corrupción, yo tomé el avión", “Somos los exiliados laborales españoles” entre otros. Estas movilizaciones han dado lugar a la "marea granate", en alusión al color del pasaporte español que lamentablemente se ven obligados a utilizar.



Rastreando por la red, destaco este párrafo publicado en elConfidencial.

"El número de españoles que decidió hacer las maletas para poner rumbo al extranjero se duplicó durante el pasado año con respecto a las cifras previas a la crisis. Un total de 56.392 personas abandonaron el país en 2012, mayoritariamente huyendo del desempleo, lo que supone un incremento interanual del 6,7%, según reflejan los datos de la EPA correspondientes al segundo trimestre de 2013. Una tendencia ascendente a pesar de la sangría producida en 2011, cuando se registró un incremento interanual del 41,7%, “como consecuencia de la situación desesperada de muchos españoles a la hora de encontrar un empleo en nuestro país”.


Más allá de las cifras, que son necesariamente inexactas ya que muchos “exiliados” no se dan de baja del padrón español hasta que obtienen un trabajo, nadie puede discutir que ese “exilio” se está produciendo.

Y aquí es donde entra mi opinión. Para mí, esto es un desastre nacional por dos motivos:

Primero, porque la “fuga de cerebros” es un descalabro importante desde el punto de vida de las finanzas de nuestros país. Es un inversión fallida, un “fiasco empresarial" en toda regla. Cuando un universitario español se instala en el extranjero para trabajar, caen en saco roto los más de ciento treinta mil euros que España ha invertido en su educación desde la tierna edad de los tres años. (A este dato aproximado he llegado tomando como base las estadísticas de 2008 que el Ministerio de Educación ofrece en este informe)
Y claro, esto es sólo una media, porque depende mucho de las titulaciones. En el caso de los médicos,  hablamos de que doscientos mil euros es lo que cuesta sólo la licenciatura según la CESM. Por lo tanto, cuando un médico español se va al extranjero a trabajar, se van con él los más de trescientos veinte mil euros que ha costado al erario público su formación.

El segundo motivo que veo para calificar “el exilio” como descalabro nacional va mucho más allá de las cifras. Porque me refiero al coste emocional que supone esto para cada una de las personas que abandona nuestro país con el alma encogida, para cada una de las familias rotas que se esconden debajo de esos números. Porque saben cuando se van… Pero desconocen el día que volverán… O si eso ocurrirá. Porque se van en edades en las que, además de luchar por su futuro laboral, las personas van construyendo su propia vida personal y familiar. Y si eso se hace en el extranjero,y en el seno de una pareja de diferentes nacionalidades, la vuelta a casa se complica enormemente.

Tal es así, que se me están quitando las ganas de que mis hijos lleguen a controlar el inglés. Porque… a ver… Cuando damos tanta importancia al inglés.. ¿es por que queremos brindarles las mejores oportunidades posibles, de forma que si ellos voluntariamente quieren viajar, no se encuentren con la barrera del idioma? O… por el contrario… Lo que ocurre es que ya ha calado en nosotros el mensaje de que “aquí no hay futuro” y de que si les queremos, debemos darles todos los billetes para que se marchen al extranjero... Ahí lo dejo.

Y yo me pregunto…¿Qué hay de aquella Generación Ni-Ni?¿Os acordáis?

Me pregunto qué ha pasado en  este país tras la crisis con aquella, supuestamente generalizada, pandilla de vagos y maleantes que no querían ni estudiar ni trabajar, y que se comportaban de forma tirana con sus propias familias (idea alimentada por programas como “Hermano Mayor”, que aun tratando un tema que entiendo existe realmente, su retransmisión en un TV show consigue alimentar la creencia de que esos comportamientos adolescentes son normales cuando eso afortunadamente NO es así). 

¿Cómo hemos pasado en unos años de una juventud Ni-ni a que la juventud de hoy en día sea calificada como la “generación exilio”? Es decir, jóvenes altamente cualificados que NO parar de formarse porque es imposible acceder a un trabajo digno. Que NI cejan en su empeño, NI conocen de fronteras. Lo único que quieren es trabajar y sacar adelante sus vidas.

Yo creo que ya está bien de manipular la información. 

Ya está bien de enseñarnos en la televisión casoplones de impresión con familias de rancio abolengo. Me importa tres pepinos quién vive ahí. Lo que me importa es el vecino de la calle de enfrente que va a ser desahuciado en un mes y no sabe donde dormirán él, su mujer y sus hijos. 

Ya está bien de colocar en primetime programas tipo “Españoles en el mundo” en el que nos muestran como lógico, normal y deseable que los jóvenes se “exilien” para buscar trabajo, y para ello, dibujan una “falsa” realidad, en la que el individuo exiliado ha conseguido por fin realizarse “abriendo” mundo y está chachipiruli enseñando monumentos y sitios paradisiacos de su nuevo hogar.

 Porque no nos engañemos, ésa no es su realidad del día a día. No cuentan cómo muchos sienten desarraigo y soledad lejos de sus amigos y familias. No cuentan como algunos sienten la xenofobia en sus propias carnes, porque ellos son el otro lado de la moneda. No cuentan que en España sus familiares se han quedado rotos. No nos enseñan como lloran esos abuelos que ven a sus nietos una vez al año si hay suerte.



Pero qué guay es la globalización.

Así, mientras el Gobierno italiano (sí, ése que nos parece tan esperpéntico por culpa de “Il cavaglieri”… más nos valdría mirarnos al ombligo) pide perdón por la “fuga de cerebros” que se está produciendo en su país, aquí nuestros ocurrentes gobernantes califican dicha fuga como “movilidad exterior”(Toma moreeeeeno.. ), “motivo de orgullo”, y cuando se produce a otros países europeos llegan incluso a denominarla como  patriotismo europeo”. Tiene bemoles la cosa. A mí me parecería correcto hablar en esos términos si la decisión de emigrar fuese voluntaria… Si aquí a los licenciados graduados les lloviesen las ofertas, pero ellos libremente decidiesen salir al extranjero para promocionar o desarrollar su carrera profesional. Pero no, me temo que no es el caso…
Así que, que no nos manipulen.



Debemos tener claro que no se van… Que los echan.

Y si esto es lo que va a pasar con mis hijos… virgencita llévame… porque no tengo el corazón preparado. Y lo peor, creo que no lo voy a tener dentro de 15 ó 20 años.

Ya, para terminar, quiero compartir con vosotros el vídeo que el otro día vi por casualidad. Os lo confieso. La rabia, la indignación y sobre todo, el dolor que hay detrás de estas imágenes, son los que me han movido a salirme de mi línea hoy, y hablar de esto. El vídeo dura cincominutos. Por favor… Tenéis que verlo, merece la pena.





Más información:

Historias de... "EL CHOCOLATE"

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II.


Se oyen golpes en la cocina. Marcelo está sentado en la silla del despacho delante de su eterno expediente. Necesita concentrarse y terminar la demanda que está preparando, pero las palabras se evaporan de su cabeza antes de que sus dedos puedan plasmarlas en la pantalla. Los recuerdos de ayer se agolpan en su mente desplazando todo lo demás. Las caricias debajo de la mesa, los susurros, las miradas cómplices. Entonces coge el bolígrafo buscando dejar la mente en blanco. Su mano comienza a dibujar una M gigante y después repasa sus trazos una vez tras otra. No es la M de Marcelo. Es otro nombre el que se ha adueñado de su ser.

Carla vacía el lavaplatos y coloca furiosamente la vajilla y la batería de cocina provocando toda una orquesta de ruidos estridentes.


Hace tiempo que está así, alternando episodios de tristeza con otros de rabia. Después, barre el suelo como si quisiera barrer de su vida las cosas que no le gustan, y tras hacerlo, se siente agotada, hastiada, vacía. Rebusca en el cajón de la alacena y coge una tableta de chocolate. Se la come casi entera y luego sienta ganas de vomitar. El teléfono de su marido suena en el despacho y percibe como él baja otra vez la voz… Esos susurros... Es evidente. Hay otra. Y es entonces cuando rompe a llorar.


Manuel entra al bar sin poder quitarse de la cabeza la mirada de Almudena. Su pequeña princesa de ojos tristes. Fue duro, tan duro despedirse de ella ayer… El camarero se acerca a él, así que improvisa pedir un chocolate. Lleva ya tres cafés esa mañana y los fuertes latidos de su corazón le avisan de que ya basta de cafeína por hoy. Un nudo en la garganta le impide respirar y la taza arde… Tiene el móvil entre las manos. Busca su nombre en la agenda y se queda paralizado ante él… Vacilando… No sabe si le molestará que le llame un domingo mientras está en casa con ella. No sabe cuánto tiempo durará la situación, ni tampoco sabe si Marcelo será capaz de poner fin al engaño. Coge la taza y da un sorbo al chocolate. Se ha quedado frío.




"Historias de..." pretende convertirse con el tiempo en una sección del blog y en una oportunidad para desempolvar mi viejo sueño de escribir ficción. En la anterior ocasión que puedes leer aquí, hablé del té. Hoy, por sugerencia de mi amiga Bea, mamá de dos, el protagonista invitado es el chocolate. Puedes darme ideas con un comentario a este post. Muchas gracias por leerme.

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Del día que reconocí ser una malamadre

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Como en las películas based on a true story, "todo comenzó..." porque tengo una amiga tuitera y guasapera que es mi #musa de la diversión. Que con su BB tiene más peligro que bailar un chotis con Espinete.

El caso es que siguiendo las diabluras en TW de la Superwoman (juajuajua)... un día me encuentro con una tal @malasmadres y empiezo a flipar en colores. Quien quiera que sea, está creando un Club para las que nos sentimos Malas Madres con la boquita pequeña y queremos reírnos de ello. Malas madres de las buenas, se entiende. Y promete que cuando llegue a los 1.000 seguidores va a dar una fiesta.

¿Cómo diceeeee? Pues como mi atrevimiento no conoce de límites, allá que voy... #malamadre como la que más.

Y ahora es cuando algunos de mis adorados lectores dirán: ¿pero ésta de qué va? Ésta es la trimadre que se saca de la manga "La maternidad de la A a la Z", que teje redes de amor filial, que se cuestiona sobre su origen, que adora de forma cuasi mística la inocencia de sus hijos, que escribe la ñoñeríabonitez de la maternidad kárstica...

Y ahora se une al Club de Malas Madres... ¿Pero qué ironía es ésa? Pues no hay drama, amigos. Ni incohencia.

Ya lo expliqué filosóficamente: "yo soy el no soy yo, soy dos o tres mujeres que conviven en mí".

Me encanta ser madre y quiero vivir conscientemente la infancia de mis hijos como una oportunidad para revivir la mía y como una ocasión de oro para cimentar las bases de su autoestima y sus valores. Pero amig@s... una es madre, y muchas otras cosas, aunque haya días en que tenga que repetírmelo muchas veces para creérmelo.

Así que me apasiona acercarme a la blogosfera maternal desde mis distintas facetas... Porque la desdramatización y el sentido del humor también forma parte de este blog y de mi vida. Por todo ello, me declaro oficialmente una #malamadre con sentimientos impuros (jijijij), contradictorios y... normalmente humanos.


Pues bien. Desde el lunes, esa misma blogosfera maternal comenzó a llenarse de posts dedicados a los DIY, recetas y manualidades más variadas para festejar con los peques la fiesta de Halloween (o para declararle abiertamente la guerra). Incluso, mi círculo de madramigas empezó a enseñar sus creaciones handmade para disfrazar a sus retoños...) y yo empecé a hiperventilar. No sólo no tenía preparado nada... Es que me daba una pereza tamaño colosal pensar en ello. Decidí que iba a pasar abiertamente del tema. Y compartí con Maria José y Noni como mi evolución como madre estaba siendo más involución que otra cosa en cuanto a la implicación costurera se refiere. Me dijeron... "Nena... Eso es de #malamadre total, eh???? Jajajajaja"


Y así nació EL TIP de ayer. Real como la viva misma.


Por supuesto, para mí un honor haber entrado con tan buen pie en el Club de las Malas Madres (#malasmadres), en el que además ya me he inscrito oficialmente - esperando recibir diploma y todo :))

 Si quieres formar parte de él y saber quién está detrás, pásate por el #biutiful blog de la Niña sin Nombre que además está de estreno.


Lo reconozco

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Sí, lo reconozco.
Me desarmas.

A veces siento que me quedas grande.
Que soy demasiado poco para ti.

Tú eres inmenso, la roca, gigante.

Yo sólo una ola que viene y va.

Que llega a ti arrasando con todo
y se retira convertida en espuma.
Que trae besos y se lleva suspiros.

Sandra Brazel
 
Eres grande y lo sabes.
Me apabullas.
Tienes las cosas tan claras...

Eres infinito, inconmesurable.
También estable. Predecible.
INABARCABLE.


Yo volátil, vacilante.
También errática.
Confusa. A veces "rara".

Lo reconozco.
Hoy te he visto frente a frente.
Y me has vuelto a desarmar.





Mereces más.
Mucho más.

Y lloro porque no te lo sé dar.



Estas palabras se las dedico al cariño que mi "Pirata" desprende por todos los poros de su piel. A ese cariño que me da sin descanso, sin esperar nada a cambio. A ese cariño que demanda sin cesar... incluso de dormido...en momentos como el de esta noche... cuando al ir a arroparle... me he encontrado con esa manita que me buscaba a tientas en la oscuridad... esos labios en forma de beso buscando mi mejilla... Y esa carita de felicidad infinita cuando ha obtenido lo que ansiaba.

Su eterna necesidad de dar y recibir cariño me emociona y me desarma a partes iguales.

Te quiero cariño. TE QUIERO. No sé si te lo digo todas las veces que lo necesitas. Esa duda me corroe. Pero te quiero con todo mi corazón.




Los Principitos y el Arte de Compartir

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El otro día, laMayor, mi Mariclaveles (repipi total, todo hay que decirlo) le decía al mediano (el antirrepipi, en honor a la verdad): 
- Pero, hijo (tal cual), es que G. (el bebé) "todavía" no sabe compartir. ¿No ves que es muy pequeño?
- ¿Y cuándo va a saber?
Se hizo el silencio. La Mariclaveles CLAVÓ su mirada en mí... Y yo puse de cara de póker, y aunque más o menos lo tenía claro, activé la maniobra del despiste (¿Queréis una galleta de chocolate?) y decidí investigar con más calma sobre el tema para dar una respuesta precisa.

Creo que no soy la única bastante harta de oír en el parque o en cualquier otro sitio: "Fulatina, tienes que aprender a compartir","Menganito, si no le dejas "eso" a tu amigo, tampoco tú puedes jugar con ello".

Todo el mundo entiende que no se puede reñir a un niño que sopla la vela de su primer cumpleaños porque "aún" no ha aprendido a andar. Cualquiera se escandalizaría si ve a un niño de 20 meses castigado en el rincón de pensar por no saber hablar. Y sin embargo, nos parece normal, o al menos, nada clamoroso, que se castigue a niños de cuatro años o menos simplemente porque no quieren compartir sus juguetes, sus motos, sus princezaz, sus tesoros.

Y tan escandoloso deberían ser los primeros ejemplos como éste último.

Desde sostener la cabeza hasta correr, saltar y bailar... Pasando por el control de los esfínteres, la orientación espacial, el equilibrio, la adquisición del habla, la lectoescritura... Todos los mencionados son hitos a diferentes niveles (emocional, psicomotriz, sensorial...) que necesitan de un grado de desarrollo cerebral y madurativo determinado. Nos lleva nuestro tiempo alcanzarlos desde el nacimiento, y su consecución depende de una compleja red de factores.

Por supuesto que se puede hacer ejercicios para estimular ciertos aprendizajes, pero eso no nos da "carta blanca" a los padres para reñir o castigar a nuestros hijos cuando se ven frustradas nuestras absurdas expectativas.

Por supuesto que cuando transcurre unos tiempos determinados, los retrasos madurativos pueden ser preocupantes. Pero debe ser un especialista quien valore dichos retrasos, quien aconseje las pautas correspondientes o derive al niño a centros especializados. Nosotros como padres lo único que podemos hacer es esperar y acompañar a nuestro hijo, alentar sus avances y consolarle ante sus retrasos o retrocesos. 

Porque muchas veces son ellos los primeros que viven como un fracaso "no estar al nivel de los demás".

Compartir, más allá de implicar un valor en sí mismo -la generosidad- que debemos inculcar en nuestros hijos con el EJEMPLO, es un complejo proceso madurativo que requiere que nuestros hijos tomen conciencia de sí mismos, de los demás, de las cosas y del tiempo. Deben estar "preparados"para compartir SUS cosas, y eso sólo podrá ser posible, cuando sean capaces de comprender que se van a ver privados de ellas durante un "breve espacio de tiempo", pero que "luego" volverán a disfrutarlas.
 ¿Qué he aprendido tras mis "pesquisas" sobre el asunto?

Según los especialistas, a los 2 años se presenta el ‘cuasi compartir’, es decir, cuando el bebé tiene un objeto y lo ofrece, pero no lo entrega. Esta situación es algo normal y es el primer paso que el infante da para compartir.

A los 3 años se da el juego paralelo, que es cuando el niño está alrededor de otros, pero ninguno comparte, cada uno tiene su juego.

Es a partir de los 4 años que los infantes empiezan a integrarse con otros en el juego. Sin embargo, hasta los 7 años se les torna muy difícil compartir. Pero no es que sean egoístas. Solo que a esta edad comprenden el verdadero significado de este valor".

Efectivamente, lo hemos entendido bien. Sólo a partir de los siete años comprenden el valor de "compartir". Puede que lo hagan antes empujados por nosotros, pero sólo a partir de esa edad (más o menos, claro) conocerán realmente por qué es socialmente deseable compartir. A partir de ahí, podrán ir formando "comunidad" o "tribu" o como queráis...

Para profundizar en esto podéis leer este artículo basado en un estudio de la revista "Nature".


En el Capítulo X de "El principito" de Saint-Exupéry (como sabéis, mi Oráculo), tenemos este maravilloso pasaje:

(...)

Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza, hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. 

Y como se sentía un poco triste al recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:

-Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...
-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
-La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.
-Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.


PUES ESO

Los padres y la maternidad (primeros días)

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Mañana publicaré la 17 entrega del #azdelamaternidad hablando de las relaciones sociales y la maternidad.

Al escribirla, me he dado cuenta de que tenía que desgajar del post los efectos de la maternidad en la relación de pareja porque teeeeela....

Aviso. Lo que viene a continuación es mi experiencia con el primer hijo. Adviértase que ambos éramos muy jóvenes y considérese que se ha dotado a la historia de ciertos toques de dramatización.


Para empezar, ya durante el embarazo pueden surgirr los primeros roces. Puede que el padre no viva con tanta intensidad la llegada del nuevo ser y esto despierte en la mujer sentimientos de incomprensión o soledad.  Queridas mías, hay que ser tolerantes. Ellos no notan las burbujitas de amor desde el cuarto mes como nosotras. Es normal que les cueste hacerse a la idea. Recuerdo que yo misma me ponía en posturas imposibles (no piensen mal) en el octavo mes o me chocaba contra las cosas. A veces se me olvidaba “mi estado” a pesar de llevarlo presente, dentro de mí, de sentirlo. Y entonces, al recordar que iba a SER MADRE (dios, como suena), un latiguillo me recorría la espalda hasta desembocar en la nuca. ¡Que emoción, la virgen! 

Si en ésas estaba yo, con destellos de lucidez mística, qué podía esperar del ahora tripadre, entonces frikifan de los videojuegos y los gadgets más variopintos. Me cabreaba con él. Sí. Me cabreaba que no entendiese por qué pegaba algodones simulando nubes en mi Diario de Embarazo. Me enfadaba que afirmase estar “reventado” y se sentase en el sofá sin hacernos la cena a mi bombo y a mí. Me enervaba que no entendiese lo duro que era para mí prescindir del jamón. Me sacaban de mis casillas sus consejos. Pero tú que sabrás, malditooo… Ahora lo pienso y me río. Profundamente. Cuantas discusiones estúpidas, señor.

Luego nace la criatura y, efectivamente, nace una madre… y un padre. Que no se nos olvide. Porque ellos son tan inexpertos como nosotras y están más perdidos que un pulpo en un garaje. Situación: momento paritorio. Disfrazado de verde botella.

Y una frase: He aquí tu hijo


Y otra que queda siempre en el aire: Y he aquí tu mujer (o lo que queda de ella). Porque sí señoras, no lo nieguen. Después de parir, físicamente conectamos con nuestro “estado de naturaleza”, y emocionalmente, nos quedamos “barridas”, pa´ cogernos con pinzas, vamos. Se desplaza nuestro centro de gravedad (del “yo” al bebé), y el pobre padre no encuentra muy bien su lugar. 

Si se queda en la habitación, nos molestan sus ronquidos, es torpe para coger al bebé, le “da cosa” mirar cómo van nuestros bajos, no sabe asesorarnos sobre la lactancia… Uf. Uf. No sé para qué estás aquí, se tendría que haber quedado mi madre…

Cuando se van a casa para afeitarse y cambiarse de ropa, nos cabreamos también, porque han tardado demasiado. "¿Se puede saber qué has estado haciendo? Seguro que jugar a la Play… Anda que…. Venga, acércame al bebé… Pero así no se coge, manazas…" y vuelta a empezar.

Luego llegamos a casa y la cosa no mejora. "Pero no sabes decirle a tu madre que necesito descansar??? Yo de verdad alucino contigo. Tienes un problema psicológico. Ya peinando canas y sigues sin saber decir que no a tu matrioska. ¿Puedes pensar un poco en mí alguna vez"

Entonces, se acaba la cuarentena… y empezamos a hiperventilar. Nos preguntamos cómo estará el tema por ahí abajo y si todo habrá quedado bien cerradito y en condiciones óptimas para su uso y disfrute. Y los días van pasando… Hasta hacemos ejercicios de kegel (esos que deberíamos haber practicado en el embarazo) para autoconvencernos de que todo está en su sitio.  Y siguen pasando las semanas… Una sensación de tristeza infinita se va apoderando de nosotras… Ya no le gusto. Y nos miramos al espejo aprovechando la penumbra del atardecer y aun así, vemos el panorama y pensamos: “normal, fíjate qué colgajos… Y estas ojeras de mapache… Y este pelo estropajoso… Y estas tetas como higos chumbos…”. Y ya un día no podemos más,  EXPLOTAMOS, y les espetamos: “Pero qué pasa, ¿no piensas volver a tocarme?”. Que la cuarentena son cuarenta días, no cuarenta meses…”

Y entonces, un rayito de luz penetra en sus ojos iluminándolos. Una sonrisa atraviesa su cara y se contagia a la tuya. Y él piensa,como te confesará meses después: “Por fin. Ha vuelto”.Desde aquel día, los sujetadores de lactancia te parecen eróticos. Y hasta ahí puedo leer.



La maternidad de la A a la Z (17ª entrega): R de Relaciones

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trimadre a los treinta



Siempre he sentido fascinación por las relaciones humanas. De niña, siempre fui extrovertida, alegre y con cierto toque de repipismo.(¿A quien habrá salido mi hija?)

Allá donde fuese, hablaba hasta con las piedras  y fui acumulando amigos en todos los ámbitos por los que me moví. Amigos del colegio, del instituto, de la urbanización, de taekwondo, del veraneo… Amigos de todas las nacionalidades, de todas las edades, de todas las tendencias políticas y del más variado modo de vida. Desde un hippilondi, una rastafari, varios pillos dedicados al “menudeo”, algunos rayipeinados de las juventudes, un trotamúsicos… De todo hay en la Viña del Señor… y yo me hacía vino con todas las variedades. Tintorro, clarete, blanco… Qué más daba. El caso era divertirme, sentirme parte de la sociedad, del ancho mundo que yo imaginaba sin fronteras…

Nunca dejé de querer a mi familia, pero es cierto que durante muchos años de mi vida, viví sin reparar del todo en ella, sin darle el lugar que le corresponde en mi vida, que no puede ser el de “figurante”, sino que necesariamente debe ser el de “protagonista”.

Entonces… me convertí en madre. Y misteriosamente, se produjo una nueva alineación de todos los ejes planetarios… Personas que en mi vida estaban como estrellas lejanas, se conviertieron en satélites, pilares fundamentales. Y muchas, muchas otras que formaban parte de mi universo cotidiano, se fueron alejando a la velocidad de la luz, como el cometa de los deseos.

 
La primera gran recolocación se produjo en mi diálogo interior, en mi “yo”. Al nacer mi querida S., todo comenzó a girar en torno a ella. 



Sentí ese instinto de protección que nos hace olvidarnos de nosotras mismas, de nuestra existencia. Pero ahí estaba mi madre para recordarme que el camino se hace andando, que tenía que luchar por mi hija más allá de alimentarle o besarle. y para eso tenía que reencontrarme. Tenía que buscar un futuro mejor para mi vida junto a ella. Comencé a estudiar las oposiciones y las aprobé no mucho después. Yo me marqué un horizonte por la maternidad y obtuve la motivación suficiente para alcanzarlo gracias a ella.


La segunda relación que cambió fue la que tenía con mi propia madre. Tras la maternidad, ella estuvo ahí, a pesar de nuestros roces, de nuestra diferente forma de entender la crianza. Ninguna de mis amistades veló por nuestro futuro como ella, ni se quedó a cuidar a la niña para que yo pudiese estudiar, ni me recogían en sus brazos como a un bebé cuando sentía que me ahogaba en mi propio agobio existencial.


 La maternidad me hizo entender que no conoceré relación de amor más pura, sincera y eterna hacia mí que la que siente mi madre. Aunque tiendo a fusionarme con mi marido y mis hijos como atraída por un imán -ley de vida, que dicen-, yo me fuerzo y me esfuerzo en recordarme cada día que mi madre es el origen de todo... Que sin ella nada de lo que tengo en mi vida sería tal y como lo conozco. Por eso, ser madre también me enseñó a relacionarme con la mía propia desde la humildad, el respeto y el agradecimiento que le debo y que durante unos años olvidé, amén del enorme cariño que no se fue nunca (ni con la adolescencia).


Por supuesto, con cada bebé nace un nuevo padre. Y eso, hace quela relación de parejase vea afectada. En mi caso, el nacimiento de S. me descubrió a una nueva persona. Hay parejas en crisis que tienen hijos porque creen que así su amor resultará fortalecido. Yo no sé si puede obrarse el milagro sin la base necesaria. Pero lo que sí pude comprobar es que te puedes enamorar de tu pareja otra vez cuando le observas darlo todo como padre. Es entonces cuando sentí  que éramos una familia de verdad.

 Sí, claro. Los hijos son fuente de discusiones: la crianza, los valores, las rutinas, los castigos o su defecto, las salidas, la falta de tiempo para la intimidad y el diálogo, las amitades de los niños, la disciplina o ausencia de ella... Tantas y tantas cosas que deben consensuarse, que el tira y afloja es inevitable, como también lo es que de vez en cuando se produzca el choque. Pero la sensación de estar haciendo algo GRANDE juntos es muy poderosa, casi todopoderosa.


La cuarta relación que se ve afectada es la de las amistades, así en general. Desde que somos padres hemos ido viendo cómo algunas amistades se han ido desmontando como castillos de naipes. En nuestro caso, fue bastante notorio. Fuimos padres jóvenes, y por lo tanto, antes que ninguno de nuestros amigos. 


Al principio de los tiempos, quedar con nosotros era divertido para ver a la criatura como si de un nenuco se tratara. Pero pronto nuestros amigos se dieron cuenta de que nosotros no podíamos vivir sin horarios como antes, ir a cualquier sitio, improvisar... Que no estábamos al cien por cien. Que si la peque lloraba, desatendíamos la conversación para atenderla a ella... Y así, poco a poco... Muchos de ellos se fueron apartando. Aquellas mismas personas que en mi mente antepuse a mi propia madre en algún momento de mi vida se convirtieron en  humo en el más decisivo de todos.

Sin embargo, la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y así ocurre con los círculos de amistades. Aquéllas que se perdieron por ese motivo, se vieron en seguida compensadas por las muchas que han llegado a nuestra vida gracias a la maternidad.Y qué queréis que os diga. Bendita la hora, porque me siento mucho más plena con gente que me entiende y no me mira como a un bicho raro, aunque tenga diez años más que yo.


La quinta relación es la de los vacíos, la de los huecos emocionales. Un cajón en el que meter a todas aquellas personas que considera(ba) importantes en mi vida, pero que de una forma u otra, me han decepcionado en su vínculo, no sólo hacia mí, sino hacia mis propios hijos. 

En ese cajón tengo guardado bajo cinco llaves a muchos miembros de mi familia materna que dejaron de serlo hace muchos años, y también, y esto me duele sobremanera, a mi propia hermana. Porque lo siento en el alma. Pero... no. No es la "tita" para mis hijos que soñé. Seguramente yo tampoco soy su "tata" soñada. Esto es cosa de las dos.



Pensé que la llegada de los niños nos acercaría. Seguramente ella también tuvo esa misma esperanza. Pero nuestra relación no ha cambiado desde entonces. Correctas pero distantes. Unidas por el hilo común de nuestra madre pero separadas en cuanto se despista, como un mal remiendo. Una lástima.

Por otro lado, están las ausencias dolorosas de aquellas personas que partieron... Sobre todo las que lo hicieron antes de tiempo. De ello hablé enPérdidas.

Por último, por supuesto, la maternidad nos obsequia con una nueva relación. La que se establece entre nosotras y nuestros hijos.Un vínculo único, irrepetible, sólido, eterno. Una fusión de dos que se convierten en uno pero en cuyo interior queda para siempre parte del otro. Sin costuras, sin remaches ni fisuras. Y lo reconozco, ya que estoy de confesiones: una de mis principales preocupaciones como madre es que mis hijos disfruten de una sana relación de hermanos. Sin competencias ni rivalidades. Sin puestos usurpados ni papeles que no les corresponden. Que sean amigos bajo un mismo techo, no enemigos luchando por el mismo aliado. Una auténtica relación fraternal como describí al final de Las ventajas de la trimaternidad. Espero conseguirlo.

Al final de mi vida, estoy segura de que pocas cosas me harían más feliz.






Miradas

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Hay miradas que hablan, que matan, otras que traspasan, que te hacen estremecer.
Hay que miradas que cuentan secretos, que acallan voces, que calman el alma o revelan verdades.
Hay miradas que acarician, que hacen el amor, o que maltratan y humillan.

La tuya no es de ésas. La tuya es de las alquimistas. 
De las que convierten el enfado en risa, la oscuridad en inmensidad.




Cuando me miras con esos ojos ávidos de vida, me reencuentro conmigo misma. Siento que vuelvo a estar aquí, que todo esto tiene sentido.

Tus ojos grisáceos huelen a nuevo, como tu cuaderno de la vida, casi sin estrenar. Y ese olor que llega a mí cuando me miras me hace soñar, seguir siendo una niña empeñada en aparentar ser mujer.

Contigo, cada día es un estreno de nuestra función. Las chispas de tu mirada cuando lloras me enfrentan con el fracaso entre bastidores. Cuando ríes, los destellos de tus inmensos ojos me encumbran al estrellato, me consolidan como madre... Me reconcilian con todo lo que soy.

Cuando estamos lejos el uno del otro, no puedo pensar en ti de otra forma que visualizando tus ojos. Esos luceros grises que alumbran mi oscuridad por las noches.


Tu mirada eres tú. Grande, brillante, energía pura y reconfortante.

Sin ti, quedo ciega. Palpando una muchedumbre de corazones palpitantes mientras intento encontrar el tuyo. El mío. 
El nuestro.


La cólera en los lugares del Hambre

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Hoy me sale del alma salirme un poquito de la temática habitual de este blog. Porque a veces viene bien calibrar las gafas con los que miramos nuestra realidad. Se impone la necesidad de mirar más allá de nuestras narices, de nuestros problemas del día a día y ver los problemas que asoman en otros horizontes, o mejor, las desgracias que embisten las vidas de otras personas. Porque sí, soy madre y sobre eso, principalmente es de lo que escribo en el blog.

Pero también soy persona humana, así que no me debo ni me puedo abstraer al mundo que me rodea... Y las difíciles realidades que otros deben afrontar por el mero hecho de vivir en otras tierras.

Hoy quiero hablar del Tifón Haiyan que ha sesgado la vida casi 2.000 personas en Filipinas, aunque Naciones Unidas estima en 10.000 personas las víctimas mortales de este ciclón.Asimismo, los damnificados se cuentan por millones y se ha declarado el estado de "calamidad nacional".



Asia es el continente más poblado y extenso de planeta. Es un lugar de tremendos contrastes, tanto a nivel político, religioso, paisajístico, racial, y desde luego, a nivel económico. Es el lugar del mundo que concentra el mayor crecimiento económico, el mayor productor de alimentos en términos globales. Sin embargo, hay zonas paupérrimas, subdesarrolladas económicamente.

En la última década, grandes desastres naturales han azotado a este continente, y casi todos ellos se han cebado con las zonas más pobres, más vulnerables, más desamparadas.

Así, la cólera de la  naturaleza se ceba con las tierras del hambre y las convierte en las de la desolación más extrema.

Foto www.elmundo.es


En Europa no sé si somos conscientes de lo afortunados que somos. Yo misma lo olvido constantemente. Porque parece que el suelo que pisamos esté anclado firmemente a las raíces de la tierra. Pequeños temblores se suceden de vez en cuando, y cuestan vidas. Siempre dolorosas. Pero nada tiene que ver con lo que ocurre en el gigante asiático.

Todos pensamos esto que hoy digo. Que la madre naturaleza es injusta que los más pobres, con los que menos tienen. Pero lo peor es que es una verdad incuestionable. No es rumorología barata. Los datos cantan. Solamente si nos fijamos en el siglo XXI tenemos que:

  • En el año 2001, casi 24.000 personas fallecieron víctimas de un terremoto en la paupérrima región India de Guyarat.
  • En el año 2003, 30.000 personas perdieron la vida y hubo daños sobre el 85% de las construcciones de la región de Bám en Irán.
  • En el año 2004, un seísmo produjo un enorme tsunami que barrió literalmente las costas de Indonesia, la India, Sri Lanka y Tailandia, entre otros. La ola arrastró consigo la vida de 250.000 personas.
  • En el año 2005, un terremoto azotó Islamabad, en Pakistán, y sesgó la vida de 126.000 muertos y causó 4,3 millones de damnificados.
  • En el año 2008, el ciclón Mianmar se llevó tras de sí a 100.000 personas en China.
  • En el año 2010, un seísmo causó 200.000 damnificados en Takiyistán. Ese mismo año, un terremoto costó la vida a alrededor de 200.000 personas en Haití, el país más pobre de América.
Creo que lo dicho basta para ser una muestra de cómo la naturaleza, inexplicablemente, se ceba con quien menos tiene. Es cierto que allá donde las condiciones de vida son peores, también lo es la resistencia de las construcciones y las viviendas para hacer frente a las catástrofes naturales. Pero eso no explica por sí solo la virulencia con la que estos fenómenos visitan a la gente que menos tiene.

Foto www.elmundo.es

Desde aquí, desde nuestro privilegiado lugar en el mundo, debemos de tomar conciencia de esto. La verdadera crisis es no tener un hogar en el que pasar la noche... Y que tus vecinos o amigos no te puedan ofrecer un techo porque ellos están como tú. Porque tu ciudad ha sido arrasada. Porque no tienes nada que llevarte a la boca, ni para ti, ni para tus hijos. Porque los cadáveres se amontonan por las calles y llegan las enfermedades. Porque en esas circunstancias, en medio del pánico y la más desgarradora desolación, sólo la mera supervivencia es un triunfo, un éxito en toda regla.

Bea Joy, la niña que nació en medio de la destrucción

Tomar verdadera conciencia es lo que nos permitirá, en primer lugar, relativizar nuestros problemas y apreciar cuanta suerte tenemos sólo por haber caído en este pedacito del mundo. En segundo lugar, sólo asumiendo esta realidad, podremos pasar a la acción y ayudar. Aunque sea con pequeños gestos de generosidad, como el que nos propone La Morada de Nieves a través de la Cruz Roja.




Enajenación de una madre lactante

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Creo que flaco favor hacemos las personas que defendemos la lactancia materna a la causa, si solamente nos referimos a una parte de su realidad, a sus luces. Hay millones y millones de maravillosos posts y de artículos, así como muchísimos libros escritos sobre el maravilloso mundo de la lactancia. Sobre el vínculo madre-hijo, sobre los beneficios para cuerpo y mente de ambos, sobre el universo de sensaciones galácticas que se ramifican en torno a una teta que alimenta. 

Yo traté de transmitir mi experiencia con la lactancia bajo ese prisma en ese post "La lactancia como un acto de egoísmo". Pero ¿eso es todo? ¿Sólo arcoiris y nubes de algodón? No, queridas.

Las madres lactantes, como todas, sufrimos el tormento de las malas noches, de los mil y un despertares, con el añadido de que nadie puede sustituirnos. Así te estés muriendo de dolor, de sueño, de enfermedad. Tú eres la única que puede calmar al bebé.

La noche pasada tuve una noche de ésas. 

Empecé el día torcido, con una obstrucción mamaria que me dejó hecha unos zorros, con fiebre, dolor de articulaciones y arrastrándome en mi milimétrica rutina diaria. En ningún sitio dicen que dan fiebre. Pues a mí sí. 

Di las cenas y acosté a los mayores con cierta prisa para dedicar todo el tiempo posible al peque y nuestro "pequeño problemilla". 

Empecé a darle de mamar a las ocho y media de la tarde. Practicando diferentes posturas (loba incluida).
 

Apliqué calor seco (con bolsa de agua) y húmedo (con la alcachofa de la ducha) al pecho afectado. En fin, que seguí todas las recomendaciones para superar el bache y conseguir así  continuar nuestro idilio lactante, que ya celebra su decimocuarto cumplemes. 

Por supuesto, sobra decir que ésta que suscribe, cada vez que elPeque mamaba del pecho con la obstrucción veía las estrellas. Eso sí que es una sensación galáctica.

Y como no podía ser de otra forma, todos los hados del destino tenían que confabular contra mí.

Los mayores, que generalmente se duermen sin problemas, se levantaban una y otra vez de sus camas, me desafiaban, carreras por el pasillo, risitas, ruiditos… Al dolor y al cansancio se le sumaba ahora un nuevo invitado a la fiesta: los nervios. Me estaba poniendo de los nervios.  

Obviamente, la proximidad con el bebé, que normalmente es un factor de relajación para él, estaba consiguiendo todo lo contrario. Dado lo ajetreado que estaba mi corazón, supongo que tener su oreja pegada a mi pecho debía ser algo así como meterse en la campana del Big Ben. Así que no se dormía.
Estaba muerto de sueño… Frotándose los ojos y no había manera de que se relajara.

El tiempo iba pasando… Reloj no marques las horas…Se  contaban ya por decenas "las tetadas" de MiniBellotas.

Mi marido, de quien a veces sospecho que se queda sin sentido común al anochecer, se puso a chillar desde la cama  a los mayores para que se callaran y/o se acostaran. Repito. Chillaba. Y lo hacía al lado del bebé, y  siempre cuando parecía que estaba conciliando POR FIN el sueño.

A dios pongo por testigo que eran las once de la noche, hora local, cuando me enajené. Algo me hizo clinc el cerebro.

Tras llevar dos horas y media tratando de dormir a mi vástago, con los pechos cual brevas estrujadas, mordiéndome la lengua de dolor, arrastrando un cansancio del quince… Empecé a visualizarlo dormidito en SU cuna, tapadito, con los brazos en cruz, y succionando un chupete (ése maravilloso invento que este hijo siempre ha escupido con asco)… Y un escalofrío me recorrió la espalda de gusto. Y de envidia.

Me enajené. Lo reconozco.

Porque anoche lamenté no haber abandonado la lactancia cuando me incorporé a trabajar. Porque ahí hubo un momento en que hubiese sido fácil. Me acordé de mi post de galaxias lactantes al que me he referido antes y me entraron ganas de llorar. Mentira, todo lo que escribí me parecía MENTIRAAAAAA.

Hoy obviamente TODO ha vuelto a su lugar. Parece que la obstrucción remite y yo estoy feliz de continuar amamantando a mi niño.

Pero este post me estaba exigiendo nacer para gritar que la lactancia es maravillosa. Pero también resulta a veces extenuante, cansina y desquiciante. Y cuando eso ocurre, no te queda otra que vivir esas sensaciones en soledad. Porque tú eres insustituible.

Son ráfagas, lo sé.
Enajenación transitoria. Lo sé.
Pasan. Que síiiiii.
Pero hay que contarlas.

Las madres primerizas tienen que saber que existen, que no todo es de color de rosa. Que incluso superados los difíciles inicios… Hay momentos que ser madre lactante te centrifuga y piensas que no puedes dar más de ti, de forma que enajenarse es inevitable. Y escribir la única manera que se me ocurre de volver en mí, y de paso, contar una realidad que también existe o al menos puede existir. Y es normal. Y se supera. Como la agitación del amantamiento que yo desconocía hasta que hace no mucho me hablaron de ella.

Amigas que me leéis. La lactancia NORMALMENTE es esto… 
HUMMMM....


Pero también esto de vez en cuando....

OUCH!!!!

LO ES TODO. 
Una oportunidad única, con sus ventajas, sus fases y sus retos.


Cautivo del deseo, en #CinemaParadiso

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Hace exactamente quince días, Lois de Mamá Nenúfar, me metió en un berenjenal de mucho cuidado. Empezó a mandarme mensajitos curiosos a través de Twitter, que yo -ilusa como soy- pensaba que no eran más que globos sonda para echar unas risas. Pero de repente, me encontré con su ESTE POST en su blog. Me quedé literalmente ojiplática. Allí me dejaba el siguiente recadito: yo era la encargada de tomar el testigo de La Morada de Nieves quien había inaugurado magistralmente su iniciativa "Cinema de Paradiso" con "La fiera de mi niña". Y película elegida era... Tachán, tachán...

 


Ha llegado el momento de que reconozca que a mí nunca me ha gustado el cine clásico. Que siempre he sido de las que al ver una película en blanco y negro, cambian de canal automáticamente. Pero he decidido darle una oportunidad porque si desata pasiones en dos personas como Nieves y Lois, por algo será. En definitiva, decidí apuntarme al viaje porque sabía que iba a estar acompañada por la mejor compañía :))

Así, dada mi experiencia, se nos ocurrió organizar una Quedada 2.0 para ver la película y comentarla juntas a través de Whtasapp. A esa reunión se apuntó también Diario de una madre.

Bueno. Hecha la introducción, vamos al grano.

Aviso nº 1: No esperéis de esta entrada una crítica profesional al estilo de la de Nieves. Recordar que soy una total ignorante en lo que al cine clásico se refiere.

Aviso nº2: En este post destripo toda la trama de la película. Si habías pensado verla, y después comentarla para participar en el #CinemaParadiso, no sigas leyendo.


Breve ficha técnica

  • Título original:  “Of Human Bondage”, basado en la novela igualmente titulada de William Somerset Maugham.
  • Año: 1934. EE.UU
  • Dirigida por John Cromwell
  • Música:Max Steiner.
  • Reparto protagonistas: Bette Davis, en el papel de la insufrible Mildred. Leslie Howard, como el cautivo Philip.
 


  • Sinopsis by Trimadre a los 30:
Philip, abandona su vocación de pintor convencido de que nunca será más que un segundón, y ya mayorcito, intenta encarrilar su vida profesional estudiando medicina. Desde el principio de la película, se nos presenta al personaje como un ser vulnerable por su cojera y ciertamente sensible.

Acude a un bar con unos colegas de la “facul”, y uno de ellos le habla encandilado de Mildred, una camarera por la que queda inmediata e incomprensiblemente prendado. 

Le “levanta” la chica a su amigo (1er. Donde las dan las toman, a partir de ahí recurrente advertencia de La Morada). Después de una cita, Philip se siente cada vez más enamorado de ella, llegando a convertirse en su obsesión. Sin embargo, Mildred le rechaza para casarse con un señor mayor y rico, aunque no dejará de jugar a dos bandas a lo largo de toda la película. Él queda decepcionado y ella le insulta duramente. Acaban como el rosario de la aurora (2º Donde las dan las toman).

En una fiesta conoce a otra mujer, Nora, que le invita abiertamente a tener una relación amorosa.

Un  día, al regresar a casa, Philip encuentra a Mildred, que le está esperando. El otro hombre no llegó a casarse con ella, y se encuentra en la ruina y embarazada (3er. Donde las dan las toman). Philip consigue un apartamento para ella, se prometen, y lógicamente, decide abandonar a Nora sin paños calientes.

En una fiesta con amigos, Mildred corteja descaradamente con un amigo de Philip y le abandona para vivir esa nueva aventura (4º. "Donde las dan, las toman").

Por fin, sus esfuerzos en el mundo de la medicina, comienzan a dar sus frutos.  Se hace amigo de uno de sus pacientes, que le invita a su casa y allí conoce a su hija Sally (preciosa) que se muestra interesada por él verdaderamente.

Mildred, nuevamente abandonada por su conquista (5º Donde las dan, las toman) vuelve con un bebé en brazos tratando de ablandar el corazón de Philip. Él le ofrece su casa, pero se muestra frío con ella, quien intenta reavivar su interés amoroso. Sin embargo, Philip ya no se fía de ella. Al sentirse rechazada, ella se enajena totalmente, destroza su casa y sus cuadros (símbolo de sus sueños de juventud) y quema el dinero que él necesitaba para pagar sus estudios.

Al no poder continuar las clases, Philip se anima a operarse el pie demostrando así que retoma las riendas de su vida. La cirugía resultará un éxito. Intenta encontrar empleo, ahora pisando sobre seguro, pero no lo logra, por lo que sin dinero por culpa de Mildred, encuentra acogida en casa de su antiguo paciente, padre de Sally, quien también le ayudará a obtener un empleo.

Philip recibe noticias de Mildred, y ya distante emocionalmente de ella, decide visitarla impulsado más por un deber moral que otra cosa, y se da cuenta que padece tuberculosis, pero no cede a la pena ("Donde las dan las toman, QUERIDAAAAAA") . Solamente le deja algo de dinero para que subsista. 

Más tarde, en un golpe de suerte, Philip recibe una herencia con la que puede acabar sus estudios. 

Finalmente, se entera de que Mildred ha muerto… y ahí es donde por fin, libre de la espiral en la que se encontraba desde que se enamoró el primer día de ella, consigue comenzar su nueva vida junto a Sally.


Resumen de la sinopsis (para impacientes):

En síntesis, la película versa sobre el complejo mundo de las relaciones amorosas y en fin, de las humanas. Sobre el efecto “rebote” que tienen en la vida nuestra acciones malvadas o despechadas. Porque al final, la moraleja es que la maldad y la superficialidad casi obscena de Mildrevil(moradismo de Mildred+Devil), se vuelve contra ella, pues sus parejas la abandonan continuamente, su pequeña hija fallece, y al final, muere de tuberculosis, arruinada y en la más desgarradora soledad.


Curiosidades para cinéfilos:

* Esta película fue el primer éxito de Bette Davis, quien obtuvo una nominación al óscar por este papel. Y no me extraña, porque menudo papelón. Consigue transmitir rabia al espectador desde la primera vez que sale en pantalla en la cafetería, con esa cara de displicencia y altanería. Sus gestos, en ocasiones histriónicos, transmiten a la perfección ese carácter desequilibrado y perverso que se le supone, y traspasa la pantalla, consiguiendo que el espectador tenga ganas de acollejar a Philip para que espabile y se percate de la pedazo lebrela que es ella. El momento estelar de su actuación… Sin duda la última discusión con Philip en la que se produce su quiebre y desprendimiento emocional. Mildred, totalmente fuera de sí, llega a decirle que siempre ha sentido asco por él. La actuación de la actriz es sublime, espectacular.

* El guión original de la película, basado en el libro, tuvo problemas con la censura. En el argumento original, la prostituta Mildred Rogers, de la que se enamora el estudiante Philip Carey, enferma de sífilis. La oficina de William H. Hays pidió que Mildred fuera camarera, que enfermara de tuberculosis y que al final se casara. La productora RKO aceptó las condiciones para evitar pagar una multa de 25.000 dólares.


Desarrollo de la Quedada 2.0:

A las 22:14 de la noche empezábamos a disfrutar de esta Quedada, y el pobre Philip se llevaba sus primeros calificativos, tal que “Orejas ville” y “Lánguido Man”.

Seis minutos más tarde, la Morada diagnosticaba su problema: complejo de inferioridad.  Su cojera le creaba una enorme inseguridad.

Eso explica por qué ni como pintor ni como médico podía ser bueno. Eso explica por qué se enamora de una camarera, que como hemos visto, en el libro del que nace la película era una prostituta. Philip, como tullido e inútil, no se consideraba capaz de merecer una mujer mejor.

Nuestra Lois, MamaNenufi, quien recuerdo es la Jefaza de este folletín, un cuarto de hora después de empezar la peli se quejaba, con la neurona que todavía respondía a estímulos externos, de lo poco agraciado que era el protagonista al grito de “qué feo, omá”, con esa “raya al ladoooo” y mientras, la Morada me iba metiendo presión con el “apunta, apunta”, “ése es el meollo”.

Debí sospechar cuando dije de Mildred “Esta tía es gilipollas. Puedo poner eso en el post, jefa?” y no hubo respuesta al otro lado(22.32 ojo-al-dato). Sólo Nieves se despachó agusto diciendo que la protagonista es el “epítome de la femme fatale”. Sabia que es la jodía, leñe.

Hay señales de que todavía seguía ahí MamaNenufi a las 22:39 porque un "Ay k pedorra y el k guevon", quedaron registrados en la conversación.

A las 23:37terminaba la película y, Diario de una madre y yotuvimos que reconocer que nos había gustado. Gran estreno para el primer clásico que he conseguido acabar de ver en toda mi vida. Plas, plas, plas….
Y ahí estábamos saboreando la experiencia con los típicos comentarios de sobremesa, cuando de repente…

A las 23:48 exactamente, Mamá Nenúfar dice “Buenas noches chataaas”.

¿Qué? ¿Cómo os habéis quedado? Muertas, ¿no?.. Jajajaja.

Así nos quedamos las tres al otro lado del aparato. Como os podréis imaginar, la jefa se acababa de despertar en el sofá con una babita colgando de al menos treinta centímetros.


Crítica de la película. Coloquio 2.0 y anecdotario

  • El título del libro “Cautivo del deseo” es en fino lo mismo que “Obseso guarrón”, que es lo que transmite la mirada que pone el lánguido man por los coj… Philip cuando mira a la lobademar de Mildred.
  • La película retrata sentimientos universales e impereceros. Como por ejemplo, que estudiar y estar enamorado son dos aspectos de la vida humana muy difíciles de conciliar. ¿O no os acordáis de vuestra edad del pavo? Esas miraditas furtivas en los pasillos del insti que nos robaban la concentración para empollarnos la vida y milagros de Gonzalo de Berceo, las fechas clave de la Revolución Francesa o la filosofía aristotélica.. Ay, qué tiempos aquellos
  • A las tertulianas nos llamó la atención el maltrato psicológico al vulnerable. Todo un clásico. Hay un momento en que el comportamiento de Mildred es de tal crueldad que dan ganas de abofetearla. El pobre Philip se acerca a ella moridodeamor para darle un beso… y ella se separa desdeñosa y le dice: “Ohh..Mi sombrero...¡¡¡Philip qué torpe eres!!!"Grrrrr…
  • La trama de la película se sucede a un ritmo vertiginoso. Esto acabó por marear a nuestra jefaza, que decidió cerrar un poco los ojitos para recuperar el norte, y nos abandonó para el resto de la noche. La Morada, con la sapiencia que le caracteriza, nos advirtió que el ritmo non-stop de la película era intencionado para dar mayor sensación de caída, de espiral, de sinrazón… al abismo que Philip estaba sintiendo… Totalmente enajenado y preso de los sentimientos que tenía hacia Mildred.
 
    • Momento clichés universales:
      • El dinero, el futuro, asegurarse las lentejas. En aquellos tiempos, la única manera de hacerlo para una mujer del tipo de Mildred, era buscarse un marido con "posibles". Al arrejuntamiento interesado se le llama en la película “sentar la cabeza”, algo que ella se siente en la necesidad imperiosa de hacer con tan sólo 24 años.
      •  “Un clavo saca a otro clavo”. Esto es una constante a lo largo de toda la película, en la que las decepciones amorosas se van reparando automáticamente con otras relaciones por parte de ambos protagonistas. Al parecer, algo muy corriente en las películas de la época.
      •  A lo largo de la película, París y el sueño de Philip de ser pintor encarnan la vida bohemia y los sueños utópicos propias de la inmadurez. En contraposición, la carrera de medicina es el símbolo de un hombre que toma las riendas de su vida y pone los pies en la tierra. De forma paralela, cuando Philip consigue centrarse en su vida profesional como médico es cuando está acompañado de la mujer que le conviene, la que le ama y apacigua su alma. Las pasiones obsesivas que desata en él el amor que siente por Mildred le empujan a una vida errante y errada que no le conviene (Cuento con moraleja).
     
      • Antes de que llegue la mitad de película se establece un claro paralelismo entre los desplantes de Mildred hacia Philip, que la adora hasta límites insospechados, y el abandono al que él somete a la pobre Nora, quien le amaba de verdad, por dar una nueva oportunidad a la primera. Se establece así un triángulo amoroso imperfecto que centrifuga la vida de Philip, hasta que finalmente, alcanza a “ver” los bajos fondos de Mildred, sufre el desengaño y se consuela en brazos de Sally, ya libre de esa espiral amorosa y destructiva.
       
        • Diario de una madre comenta extrañada que cuando Philip va a dejar a Nora comienza la conversación diciéndole que hay algo que le duele mucho tener que contarle, y sin embargo, le suelta a lo burro que no la quiere, sin paños calientes. De esa escena, hay dos cosas que me parecen destacables:
          • Philip a lo largo del metraje no pierde en ningún momento las formas. Utiliza un lenguaje pulcro, respetuoso y cuida todos los detalles a la hora de expresarse. Y en esa conversación no hace ninguna excepción. Está dejando a su novia, que le quiere de verdad. Debería ser un momento duro, trágico para ambas partes. Pero las palabras rimbombantes no se acompañan por parte de ninguno de los dos de gestos o expresiones de verdadero afecto. Sus rostros permanecen hieráticos, como máscaras. Se cuida la forma, pero no el fondo en los afectos. Creo que algo muy típico de otras épocas, y no muy lejanas, incluso en nuestra tradición cultural. Resulta sorprenderte ver esos comportamientos “en acción”.  
          • Por otro lado, me solivianta la reacción de Nora… Tan típicamente sumisa… Todavía una rémora del pasado que creo que no hemos conseguido erradicar de nuestra sociedad. Ante el abandono, se sitúa a ella misma en el centro del problema.. Y le pregunta: ¿es por algo que he hecho mal?. Arggggghhh.

        •  Al final de la película también Sally reencarna con pequeños “tips” el Manual de la Buena Esposa. Por ejemplo, cuando en medio de una conversación, ella le mira con ternura, y le dice: “Tengo que coserte este botón”, y sigue hablando como si tal cosa. La moralina subyacente es que es por tanto ese tipo de mujer la que es capaz de hacer feliz a un hombre, en contraposición a la actitud libertina y descocada de Mildred. (Apunte morado: una muestra sutil –sólo para avispados- de ese libertinaje con el que tintan la mentalidad de la protagonista es el hecho de que no lleve sujetador. Todo un símbolo de liberación femenina).

        Frases para la posteridad

        • "Si quieres que un hombre se interese por ti tienes que ser dura con el" (Mildred, dixit. y es una Verdad universal)
        • "Deja de ser inglés... cuando llega la adversidad eso no es muy útil"(Pragmatismo puro y duro).


        Momentos para el Humor 

        • Escena en la que Philip va caminando por la calle despechado y triste por los desplantes de Mildred… Y la Morada salta, “Mira WalkingDead años 30”. Jajajajajaja.
        • Momento en que Nieves dice que le rechifla la Banda Sonora... Y que le suena a la de "Lo que el viento se llevó"... Lo consulta y se queda ojiplática a ratificar que tiene muy buen oído. Ella dice... "Ya, ya lo sé.. Momento Peñafiel total". Y yo la digo: "No, mejor Uribarri". Jajajaja. Un minuto más tarde, Noe de Diario de una madre, pone la guinda al momentazo con un "A dios pongo por testigo que no soporto a esta petarda". Me parto. 
        •  Extrañada por la rapidez con la que los protagonistas se comprometen, Noe pregunta:¿Pero ya se casan? A lo que una avispada que ya conocéis, responde: "Años 30 jamíaaaa. Como no había triquitriqui hasta entonces.. Jajajajaja. No me digáis que no es genial.
        • Momento en el queMildred está totalmente fuera de sí, y cada una lo explica SIMULTÁNEAMENTE a su manera, con su particular estilo:
          • Diario de una madre:Ésta está de psiquiátrico total.
          • La Morada: Es una destrucción en todos planos
          • Trimadre: Está como una p…. cabra!!!!!


        Y como despedida-colofón, la más desvariosa y trimadrística sección...

        La de los parecidos razonables



         LA SUMA DE ELLOS TRES ES IGUAL A.......

        Leslie Howards
                                                                            NUESTRO PHILIP



        Por otro lado...


         Si las metemos en la coctelera, y al resultado, le cardamos el pelo a lo bestia....

                                                                          TACHÁN!!!!!

        Bette Davis
                                                            LA MALA MALÍSIMA DE MILDRED

        ¡Espero vuestros despellejes comentarios llena de emoción!

         

        Cásate (si te da la gana), sé tú misma

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        Abrumada por la publicación en España del libro “Cásate, sé sumisa”, no me he resistido a pensar en cuáles son, desde mi (atrevido) punto de vista como mujer, las claves para un matrimonio feliz:

        • 1. Diseñad desde el principio un reparto equitativo de las tareas domésticas. Si utiliza frases tipo“te ayudo con la casa, no puedes tener queja de mí”, ya estás tardando en resetearle el cerebro. 
        • 2. NO permitas jamás que tu marido se dirija a ti con desprecio o te humille, ni siquiera en la intimidad. Ése sería sólo el comienzo.
        • 3. Los hijos pueden llegar o no. Es una decisión de ambos. Pero si llegan, la responsabilidad debe ser conjunta tanto para la crianza como la educación.
        • 4. No renuncies a tus amistades o a tu trabajo por él. Si te lo pide, sospecha.
        • 5. Las cuentas claras, y el chocolate espeso. Debéis consensuar desde el principio si optáis por una comunidad ganancial o por la separación de bienes. Sé cautelosa con este tema, asesórate y habla mucho con tu pareja sobre cómo gestionar la economía familiar y los gastos personales que os podéis permitir cada uno. Si tienes hijos, esto todavía es más importante. Si te quedas sin trabajo, tus gastos personales deberían decrecer en la misma medida que los suyos. Esto llama solidaridad. Si hay reproches, sospecha.
        • 6. Jamás finjas un orgasmo o habrás condenado de por siempre tu vida sexual. Si ya lo has hecho, o peor, si sigues haciéndolo, REVIERTE la situación. Háblalo con él. Todavía eres joven, así que ni se te ocurra renunciar al placer de por vida.
        • 7. Jamás te tragues las desilusiones. Haz valer tus deseos, tus opiniones, tus sentimientos. Si algo te molesta en su conducta, debes hacérselo saber. Es la única manera de que pueda corregirla. La COMUNICACIÓN, y no la SUMISIÓN, es el único secreto para un matrimonio feliz.
        • 8. En la convivencia, sé tú misma siempre. Sólo la experiencia te dirá cuando callar, cuando gritar o cuando explotar. No permitas que ningún borracho de clichés trasnochados, te diga cómo debes comportarte en tu propia casa. Menos, so pretexto de una moral o ética concreta. Eso se llama manipulación.
        • 9. No caigas en el error de creer que tu marido es incapaz. Incapaz de bañar a los niños, de freír un huevo, de pasar la aspiradora, de encontrar algo en la nevera, de planchar. Tiene dos manos como tú y un cerebro apto para tareas de lo más variopintas. Ten confianza en su aptitud. No le menosprecies.
        • 10. Piensa y habla con tu pareja todos los aspectos mencionados antes de casarte. Y todo lo que se os ocurra. HACED EQUIPO. Pase que firmes el contrato de una tarjeta de crédito sin leer las cláusulas. Pero ni se te ocurra casarte sin leer la letra pequeña. Es la inversión de tu vida. Tomátelo en serio.

        Todas estas CLAVES sirven igualmente para las parejas de hecho.

        No hay recetas mágicas, y éstas tampoco lo son. Pero al menos, a mí me parecen un buen punto de partida.

        Por supuesto, los hombres tendrán otro punto de vista y mucho que decir al respecto. Pero son sus claves, que las piensen ellos. Y ya, si eso, las ponemos en común.

        ;))))

        Aviso final: Este post no es una crítica al libro antes mencionado, ya que ni siquiera lo he leído (lo que resulta imprescindible para hacer una crítica). Es simplemente mi reflexión sobre el debate o la polémica que ha suscitado su publicación. Sin más.

        Gracias amigas por no malinterpretarme.

        La amnesia selectiva

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        Nadie podía entenderla. Ni siquiera ella se soportaba a sí misma.

        En su vida personal, era selecta con sus amistades a las que elegía en función de su posición social. Viperina en sus comentarios, mordaz con las críticas, superficial en sus apegos.

        Con su madre, su única familia, era fría y afectada, y se interesaba por ella sin molestarse en disimular lo mucho de rutina y paripé que había en sus visitas. Como responsable de la sección de ventas en la multinacional para la que trabajaba, era puro hielo, implacable con los defectos de los demás y rastrera en la ocultación de los propios.

        Toda su vida giraba en torno a un continuo aparentar. Tenía que ser la más inteligente, la más fuerte, la más impenetrable.

        Vestía de forma andrógina y caminaba con las piernas separadas, tratando de eliminar cualquier señal de insinuante cadencia.

        Siempre triste, siempre enfadada… Encarna era como una olla a punto de explotar: cualquier incidente en su vida cotidiana era la excusa perfecta para estallar en mil pedazos, contra todos y también contra sí misma. Luego huía a refugiarse en su soledad y lloraba como una niña durante largos ratos.

        Aquella mañana había tenido una discusión con dos compañeras del trabajo y salió furiosa de la empresa. No miró a la calzada, no se fijó en el semáforo en rojo. Simplemente se abalanzó a la carretera buscando dejar atrás el enésimo enfrentamiento de su vida. 

        De pronto, el ruido prolongado de un claxon  le sacó de su arrebato y miró hacia su izquierda de forma instintiva. Un coche había conseguido frenar en el último instante y estaba a solo un par de centímetros de su cuerpo. Encarna sintió que le flaqueaban las fuerzas y retrocedió con pasos titubeantes a la acera.

        Es entonces cuando lo vio en el escaparate de una juguetería. Un caballo balancín. Y fue en ese momento de revolución interior, con todos los instintos a flor de piel, cuando recordó todo. Cuando las imágenes, los olores y las sensaciones llegaron a su mente de forma atropellada.

        Encarna recordó vívidamente aquellas tardes que siendo una niña pequeña pasaba en casa de sus tíos. Como la hermana de su madre le preparaba la merienda con cariño, le dejaba ver dibujos en la televisión mientras comía, le ayudaba a hacer las tareas del colegio. Recordó cómo estar en aquella casa llena de habitaciones y escaleras de madera recubiertas de alfombras le hacían sentir como una niña rica. Y recordó también como su tío, a quien ella seguía admirando, la llevaba al desván con la excusa de enseñarle sus juguetes de la infancia, y cómo de forma rutinaria levantaba la sábana roída que cubría aquel caballo balancín, exactamente igual que el que estaba viendo en el escaparate de la tienda.


        En aquel instante revivió sus caricias impúdicas debajo de la ropa, recordó la estela pegajosa que sus besos dejaban en su piel, el olor a pachuli que emanaba de su cuello… Y como dirigía las manos de ella a sus partes, como refrotaba las suyas con sus enormes dedos, y el dolor laceranteque en ella provocaban todas sus maniobras. Recordó que bajaban al sala donde aguardaba su tía, y él contaba que se habían divertido mucho jugando al caballito y que a la niña le encantaba galopar. Rememoró su impotencia, su ignorancia… Y la sensación de culpa y vergüenza que todo lo que pasaba en aquel desván dejaba en ella.


        Tras haber recuperados todos aquellos recuerdos, Encarna se sentó en el bordillo de la calzada y empezó a llorar a raudales, sintiendo que un nudo estaba deshaciéndose en su interior. Lejos de sentirse apesadumbrada por lo que había descubierto sobre sí misma, se sentía ligera, reforzada, aliviada. Ahora entendía tantas cosas sobre su dolor, su soberbia, su forma de ser… Tenía mucho camino por recorrer, pero ahora que conocía su pasado, se sentía capaz de superarlo y con fuerzas para tejer su nueva personalidad.








        19 de NOVIEMBRE
        Día mundial contra el abuso infantil

        La maternidad de la A a la Z (18 entrega): Z de zzzzzz

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        http://lajungladetushijos.files.wordpress.com/2013/05/azmaternidad.jpg



        Sueño es una palabra polisémica que me encanta. Me rechifla su sentido utópico, su concepto implícito de lucha para llegar a la meta, pero hoy sólo quiero referirme a una de sus acepciones. A la que la RAE define como“ganas de dormir”, o sea, a ese estado subjetivo en el que nos encontramos las madres casi de forma permanente y que se representa habitualmente en el mundo del humor con la onomatopeya “zzzzzzzzzz”.

        Cuando nos quedamos embarazadas, una de las frases más manidas y petardas que nos cansamos de escuchar es ésa de “ay, hija, aprovecha y duerme AHORA que puedes”

        La interlocutora, generalmente ya madre, lo dice llena de envidia cochina. De hecho, si nos fijamos bien, podríamos observar cómo le brilla el ojo mientras te lo dice, exactamente como al maloso de las aventuras de Guillermito Niebla, o Willy Fog para los amigos. 


        "Lo vas a flipar, pequeñaaaaa"

        Pero no, salvo que hayas sido madre previamente, no te fijarás bien en el brillo del ojo. Es más. Escucharás todos los consejos que te dan como una letanía de Semana Santa. Sin empa(n)(p)arte absolutamente de nada, en tu guindo nebuloso particular. Porque las embarazadas primerizas viven, en general, en la inopia más absoluta (¿A qué huelen las nubes?)

        A ellas todo les suena a estereotipos trasnochados -never better said-, y se juran y perjuran que a ellas no les pasará tal cosa, "malas-noches-a-santo-de-qué". Sus bebés dormirán plácidamente, sin mañas ni manías desde el primer día (jajaja), y por su puesto, lo harán en sus cunas (hahahahahaha), “con la pasta que me ha costado el protector”- pensarán (ilusas).

        Efectivamente.

        Hay niños que duermen del tirón desde casi el principio (haberlos, haylos, pero son los menos, miMayor fue una de ellas), niños que duermen del tirón a partir de los 2-3-4-5 años, y en medio, lo que tenemos es variaciones para todos los gustos. Niños con rachas más o menos llevaderas, con uno o con decenas de despertares nocturnos, con necesidad de ser alimentados o "sólo" consolados… Niños que empiezan despertándose poco y de repente se despiertan más que de recién nacidos… (“Serán los dientes…” – hahahaha, de nuevo).

        La realidad es que la adquisición del ritmo circadiano del sueño es un mundo en sí mismo, y que como todo lo que se refiere al cuerpo humano, cada caso es diferente y no hay ningún manual que se refiera al específico de tu hijo.

        Así que puedes leer, leer y leer. Y coger tips de aquí y de allá. Pero NADA te garantiza el éxito a corto plazo. Y lo peor es que, aunque tu niño duerma como un bendito desde que tenía poquitos meses, aun en ese caso, llegarán las noches de toses o de vómitos, las de las pesadillas o los terrores nocturnos, las de“mamá, quédate conmigo que tengo miedo”, “mamá, pis”,“mamá, aguaaaaa”…

        Así que todas, incluso las madres más suertudas del planeta, pasaron, pasan y pasarán, antes o después, por el "estado zzzzzzzzz"al que me refiero hoy.

        Contextualizada la palabra de esta entrega (ofú), paso de lo general a lo particular. O sea, lo que viene siendo, concreto. Adviértase que debería incluirse como sinónimo en el DRAE la palabra “cronquetar”, porque mi hija LaMayor "cronqueta" que da gusto todos sus pensamientos :)

        ¿Y qué os cuento yo ahora? Me da pereza…. Zzzzzzzz…..

         Pues así... Con esa pereza existencial, con ese cansancio vital desde pies hasta la cabeza, caminé por esta vida durante casi dos años. Dos años durante los que mi mediano me hizo pasar las de Caín y las de Abel juntos. Porque no sólo tardaba horrores en dormirse dinamitando así la posibilidad de reencontrarme al final del día con el tripadre, sino que se despertaba muchas veces cada noche, reclamando de todo: consuelo, mimos, besos, nanas, brazos... de más bebé; agua, caricias, cosquillas, tengopupa, más besos... de más mayor. 

        En medio de sus despertares, a veces conseguía conciliar el sueño. Otras, simplemente me resultaba imposible. Le oía llamarme entre sueños, le escuchaba respirar... incluso me atrevería a decir que oía el latido de su corazón. El mío, mientras, latía desaforado... y mi cabeza palpitaba entre pensamientos galopantes que imploraban un respiro, un oasis de silencio en el agitado desierto de mi rutina.

        La mañana llegaba impepinablemente tras tres o cuatro miserables horas de sueño interrumpido y mediocre. Mis labios se despertaban con sabor a sal después de haberse dado un baño en sus lágrimas unas veces, otras en las mías, e incluso en las de los dos. Porque así acabábamos quedándonos dormidos muchas noches. Abrazados los dos, sus manos rodeando mi cuello, y rotos, de desesperación él, de agotamiento yo.

        La mañana llegaba y el cuerpo simplemente no me respondía. Me costaba levantarme, apenas podía sacar fuerzas para mirarme al espejo y arreglarme. Me forzaba a sonreír para esconder ese gesto serio y mustio que se había apoderado de mis facciones. Pero la realidad es que yo vivía sin vivir en mí. Parece poético, o más bien, exageración dramática... Pero puedo prometer y prometo que si pienso en los primeros dieciocho meses de vida del Mediano lo primero que recuerdo es esa pesadez ardiente en los párpados... Esas ganas de cerrarlos durante horas y horas... Aquel dolor de cabeza perpetuo, como una nube negra instalada en mi cerebro, dispuesta a recordarme cada día que sin descanso no puede salir el sol...

        Esos escalofríos interminables que me recorrían la espalda cuando me visualizaba simplemente dormida a pierna suelta... zzzzzz..... zzzzzzz... 





        Llegó un día, no lo olvidaré nunca, en que me dio demasiado el sol -el verdadero astro rey-, y por la noche, después de tropecientes despertares en plena ola de calor, se me cruzó un cable. Cogí a MiMediano y a sus doce kilazos de peso, y los ubiqué exactamente en medio mitad de la cama de 1,35 m. que tenemos en el apartamento de la playa.

        Yo no pensé en si eso era o no colechar. No pensé en si eso era una crianza respetuosa o consentidora. Ni siquera en si era bueno o malo. Lo único que pasó por mi cabeza fue un relámpago del que restalló un breve pensamiento: "hijo, o te duermes ya o me muero".

        Y esa noche, de esa forma y no otra, nació ésta que ahora escribe.
        Esa noche dormí cinco horas seguidas. Renací. Volvi a la risa, a la alegría, a la VIDA. E incluso borracha de ella, pseudodecidí unos meses más tarde volver a quedarme embarazada. 

        El colecho para mí nunca fue una elección, sino simplemente, mi tabla de salvación.

        Mi mediano necesitaba contacto físico para dormir y me costó dieciocho meses entenderlo. 

        Ahora el pequeño tiene despertares también, y tengo mis días de madre en "modo zzzzzzzzzzz" pero no creo que vuelva a tener esa horrible sensación de no poder más, de cansancio extremo y acumulado elevado a la máxima potencia. No al menos por ser una madre cerril, cerrojo y cenutria.


        NUNCA MAIS. NEVER.








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